23 ene 2014

DANZA: EL PALA PALA

EL PALA PALA
"Pala Pala" significa "cuervo" en quichua, por tal motivo hay quienes creen que esta danza también es de ese orígen, para otros es una danza europeo-criolla.
Carlos Vega considera al Pala Pala como una variante de la Mariquita.
Se lo bailó en Tucumán, Salta y particularmente en Santiago del Estero.
El significado de su coreografía ha tenido distintas lecturas, la más generalizada es la de un cuervo o ave que persigue a la hembra hasta conquistarla.
El Pala Pala es una danza tradicional de parejas sueltas (con ponchos) enfrentados por la diagonal.
1) Esquina en arco de 4c.
2) Avance y retroceso al centro de 4c.
Las fig. 1 y 2 se repiten en las cuatro esquinas.
3) Media vuelta al encuentro. El varón cubre con su poncho a la compañera.
Nota: Existen variante para esta danza.

    Letra del Pala Pala
    Pala pala pulpero,
    pala pala pulpero,
    pala pala pulpero,
    chuña soltero,
    chuña soltero.
    Ampatu cajonero,
    ampatu cajonero,
    ampatu cajonero,
    utu guitarrero,
    utu guitarrero.
    Icacu tacanero,
    icacu tacanero,
    icacu tacanero,
    hualu flautero,
    hualu flautero.
    Caray puca tucumano,
    caray puca tucumano,
    caray puca tucumano,
    huiñi salteño,
    huiñi salteno.
    Trala lará larala,
    lará larala
    lará la lá.

PRENDAS DE USO FEMENINO EN LA CAMPIÑA

De inventarios y otros documentos, en los Archivos de Montevideo, Buenos Aires y Córdoba, hemos extraído una lista de prendas de uso femenino en la campaña, hacia fines del Siglo XVIII, a saber: camisas, de bretaña, anchas o angostas, labradas con seda tancay o seda negra y otras de roan labradas con hilo de algodón azul, otras de lienzo de algodón, y también de bretaña pero con mangas de cambray: polleras de telas diversas y colores vivos (coloradas, verdes, etc.) y con bordados y galones en su parte inferior; enaguas de lienzo; corpiños o apretadores de crea; rebozos de bayeta de Castilla, con galones y bordados o sin ellos, en colores verde, azul y negro; medias de seda y de algodón; zapatos de tela y de cuero fino. De todo lo hasta aquí dicho y transcrito, podemos dar, creemos que muy claramente, una idea del carácter, vestuario, peinado, etc., de nuestras mujeres de campo, estancieras, paisanas y aun chinas, en el período que estudiamos, de 1780-1820, con todas las salvedades que sobre generalización, etc., hemos hecho con respecto de los hombres. En primer lugar, no parecen caber dudas que las estancieras, mujeres pueblerinas y paisanas, en general, además de los atributos de belleza característicos de las mujeres, que tanto subrayaron los viajeros, referidos a la tersura de su piel, a sus grandes ojos, muchas veces oscuros, pero también azules, a sus cabellos negros, gracia de formas, etc., unían una simpatía, buen trato, dulzura y cortesía, totalmente naturales, que aumentaban sus encantos y las hacían sobresalir frente a los hombres que resultaban, en comparación, rudos, secos e introvertidos, o parcos, cuando no taciturnos y groseros, a despecho de la hospitalidad y sobria cortesía características de nuestros hombres de campo. Diferente parece ser el caso de las chinas mucho más mimetizadas con los más bárbaros, duros y crudos de nuestros gauchos, tenían como ellos aspecto desaliñado y sucio, a veces casi varonil, muchas francamente desagradable. Sin otro maquillaje que un buen lavado con agua pura y fría, de aljibe o de cachimba, con los cabellos trenzados en una o dos trenzas, y estas o sueltas a la espalda o al frente, o apretadas en rodetes, o muy bien peinados, siempre con raya al medio, en un moño, más o menos bajo, no llevaban otro adorno para alegrar su cabeza, que una o dos peinetas, o, menos frecuentemente, un peinetón y un par de sencillos zarcillos de plata o de oro en las orejas; a veces alguna cinta de color para ayudar a sujetar el pelo, y, también a veces, una flor. Como las mujeres de la ciudad, para ir a la Iglesia, y no sólo a misa sino también para casarse, el vestido (generalmente pollera y gran rebozo, ambos de bayeta, o aquella de una tela más liviana y éste de bayeta) era totalmente negro, siendo igualmente negros, las medias y los zapatos. La ropa habitual, de diario, era una hermosa camisa, generalmente el orgullo de su dueña, de una tela de algodón fina, engomada y azulada, con bordados y puntillas, cuyo escote era redondo y fruncido (escote aldeano o bote) y prendido a la espalda con cintitas o botones, a veces con pasacintas, otras con un volado o fichú de la misma tela, siempre con bordados, muchas veces en colores contrastados, azul o negro, tal como se siguen haciendo en el Paraguay; otras con escote cuadrado, con bordados y botones al frente. Esta camisa a veces tenía mangas, al codo o largas, en este caso, con puños y puntillas o bordados en las mangas y puños. Llegaba, de largo, hasta poco más abajo de la media pierna y se sujetaba a la cintura con un cinturón de tela rica, o de lana tejida o aún de cuero fino, ablusándola un poco y, muchas veces en el trajín diario, refajándola para evitar se ensuciaran sus bordes , (que también solían tener puntillas o bordados) con el polvo, el barro, etc. Debajo de esa camisa, de la cintura hacia abajo, llevaban una o dos enaguas de lienzo, a veces con los bordes con puntillas, también muy engomadas (almidonadas) y azuladas, para darle mas brillo a su blancura. A veces, el busto se retenía, por encima de la camisa, con un apretador o corpiño, de crea, con cintas y botones. En estos casos, generalmente se ponía, sobre la camisa, una pollera de tela más gruesa o más fina, según la época del año y la ocasión (de bayeta, de indiana, de seda, de tripe, de cotonia, etc.), generalmente de un solo color vivo (excepto el negro, prescrito para la Iglesia), colorado, azul o verde, con uno o más galones (de oro, plata) en el borde, o con bordados en ese tercio inferior. Esta pollera no sobrepasa tampoco, en su largo, la media pierna, dejando ver, muy frecuentemente, el borde de la camisa y enaguas. Era bastante ancha y bien fruncida en la cintura, sin pretina. Para paquetear las mujeres ya algo maduras, usaban medias, generalmente de algodón, a veces de seda, habitualmente blancas y los zapatos, sin tacos, con tacos, muy bajos, y troncocónicos o carretel, eran de seda,satín u otra tela, a veces con bordados o pintados, o de un cuero muy fino (tafiletes, charol, etc.). Tenían a veces también hebillas o una moña de tela, o aplicaciones de mostacilla, o alguna piedra de color. Al vestido negro, para la boda, se agregaba una mantilla blanca. Al de todos los días, un rebozo, o a veces una chalina o ponchillo; en el primer caso de bayeta o de punto, con o sin bordados y/o galones; las chalinas o ponchitos, de telar, con una o dos franjas y flecos. Siempre de colores vivos: azul, verde. La pollera, generalmente para el caso de bayeta, era obligada, sobre la camisa, para cabalgar y entonces la cabeza cubierta con un sombrero de hombre, gacho o pajilla, con todo y barbijo, a veces sujeto con un gran pañuelo para mejor protegerse del sol y el polvo y, casi siempre adornado con plumas, las más comunes de avestruz, a veces de pavo real. La amazona llevaba en su mano, a veces enguantada, un pequeño arreador o latiguillo, cuyo mango variaba en riqueza (con virolas o malla de plata) según la condición social y económica de su dueña.






EL HECHO FOLKLÓRICO

Definición del Hecho Folklórico
El hecho folklórico, sea canción, danza, juego, copla, indumentaria, adorno, comida, modismo lingüístico, etc., etc., es reconocido como tal cuando el análisis revela que, a través de complejos culturales, ha ido adquiriendo los rasgos que lo caracterizan como:
1) Colectivo: pues aunque en su origen haya sido creación de un individuo, luego fue compartido por todos los miembros de la comunidad.
2)Popular: porque ha sido adoptado por el pueblo o "folk" colectivamente.
3)Empírico: porque no es el fruto del estudio libresco, o teórico, sino de la experiencia adquirida espontánea y directamente.
4) Oral: o sea que no se trasmite por escrito o mediante sistemas de enseñanza y aprendizaje, sino por la palabra, la imitación,el ejemplo que se capta directamente, de persona a persona.
5) Funcional: porque sólo es aceptado si ha de satisfacer alguna necesidad colectiva del "folk".
6 Anónimo: ya que el pueblo al incorporar algo a su cultura ae despreocupa del autor y se considera copartícipe de "ese" algo como de una herencia común.
7) Regional: porque el ambiente natural se infiltra en el ámbito mental de cada paisano afincado en su terruño. Ello no impide que luego se difunda en la región y luego a otras zonas del país.
1 Resumen extractado del libro "Esquema del Folklore", del Dr. A. Raúl Cortázar, 2 Ed., 1966.
Folclore de Proyección
Las proyecciones del Folklore Musical
Cuando una expresión del folklore no se produce espontáneamente en su ámbito natural, sino que proviene de la creación de un artista que refleja en su obra el estilo o las características del. "folk", se la denomina "proyección"; este término debe interpretarse como que, el hecho folklórico se ha "proyectado" en una nueva obra, cuyo autor conocemos y que contiene alguno de los elementos que singularizan a las obras auténticamente folklóricas. Las "proyecciones" serán legítimas solamente cuando se basen en el conocimiento directo y documentado del fenómeno folklórico. De la música folklórica argentina han surgido numerosas proyecciones de valor, sobretodo en especies como la Zamba, Chacarera, Bailecito, Vidala, etc., que han resultado ser las preferidas por los músicos populares. Además, la rítmica, el modo, la forma coreográfica de muchas danzas y canciones folklóricas, han servido como modelo para que músicos cultos argentinos realizaran obras en las que se advierte la presencia de proyecciones de ellas, como ser: "Huella y Gato", de Julián Aguirre; "El rancho abandonado", de Alberto Williams; "Pampa", de Arturo Berutti; "El Matrero", de Felipe Boero; "El gaucho con botas nuevas", de Gilardo Gilardi; "Estancia", de Alberto Ginastera, etc.