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LOS CARREROS EN EL ALTO RIO PERCY
El pasado enero hubo en Chubut una fiesta distinta, estuvo dedicada a los carreros o catangueros.
Aquellos que en el siglo pasado vivían de manera sacrificada hacha en mano, adentrándose en tupidos montes para recoger leña que cargaban en sus artesanales carros de un solo eje, con ruedas de madera recubierta con aro de hierro tirados por yuntas de bueyes.
De esa manera transitaban un sinuoso sendero de tres leguas con la intención de vender esa leña a los pobladores de Esquel.
Con la llegada del gas a los hogares de la ciudad, los carreros fueron desapareciendo, para quedar unos pocos y cada enero se presentan en sociedad ahí, a orillas del río Percy para mostrarnos sus carros, sus bueyes y sus destrezas.
La Fiesta del Carrero se reralizó en el predio "Francisco Heraclio Millapán" que está ubicado a sólo 12 kilómetros de Esquel.
Para llegar a ese lugar hay que trepar por ruta de ripio que atraviesa el bosque municipal, desde donde se puede ver una panorámica de increíble belleza que incluye toda la ciudad y el valle 16 de Octubre.
En Alto Río Percy el curso de agua pasa encajonado y a sus orillas la gente acampa debajo de mimbres negros que aportan sombra y reparo. No faltó el asado de ternera y hasta hubo curanto.
Bajando la cuesta, los carreros van en fila para transformarse en los protagonistas de un encuentro que se renueva en enero desde hace 11 años.
Un valioso rescate cultural.
INFORMACIÓN RECOGIDA DE RADIO 3 CADENA PATAGONIA

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Extraído de Folklore del Norte
A 95 AÑOS DE LA HAZAÑA DE "GATO" Y "MANCHA"
Ya Charles Darwin, en su visita por nuestro territorio, ponderaba la habilidad de los jinetes y la calidad de nuestros caballos, pero un 24 de abril de 1925 el Caballo Criollo entraría en la historia, pues desde Buenos Aires comenzaba una de las travesías más famosas del siglo.
Ayacucho, 1880. Don Felipe Solanet y su señora Emilia G. Testevín fundan la estancia "El Cardal". En 1911, el Dr. Emilio Solanet, selecciona y trae del sudoeste del Chubut un notable lote de padrillos y yeguas indias de las manadas criollas marca del Corazón, célebres animales pertenecientes a la tribu de los indios tehuelches Liempichún.
El propulsor y creador de la raza Criolla: Emilio Solanet, le regala dos caballos al profesor suizo Aimé Félix Tschiffely: Gato (16) y Mancha (15).
Partieron desde la Sociedad Rural, en Palermo.
"Son conocidos los antecedentes de los señores Pedro y Emilio Solanet como criadores del caballo criollo. Trajeron del extremo sur de la república, un lote selecto de yeguas indias, y sobre esta base formaron un plantel de animales cuyos descendientes son los campeones actuales. Salvaron así, una raza útil que desaparecía olvidada entre los indios". La Nación, 20 de Agosto de 1925.
Tschiffely estaba convencido de la fortaleza de los rústicos y nada estilizados caballos criollos, y quería demostrarlo.
"Mancha era un excelente perro guardián: estaba siempre alerta, desconfiaba de los extraños y no permitía que hombre alguno, aparte de mí mismo, lo montase... Si los extraños se le acercaban, hacía una buena advertencia levantando la pata, echando hacia atrás las orejas y demostrando que estaba listo para morder... Gato era un caballo de carácter muy distinto. Fue domado con mayor rapidez que su compañero. Cuando descubrió que los corcovos y todo su repertorio de aviesos recursos para arrojarme al suelo fracasaban, se resignó a su destino y tomó las cosas filosóficamente... Mancha dominaba completamente a Gato, que nunca tomaba represalias", relata Tschiffely.
"Mis dos caballos me querían tanto que nunca debí atarlos, y hasta cuando dormía en alguna choza solitaria, sencillamente los dejaba sueltos, seguro de que nuca se alejarían más de algunos metros y de que me aguardarían en la puerta a la mañana siguiente, cuando me saludaban con un cordial relincho".
Tschiffely tuvo que resignarse a no llevar carpa, ya que las que se podían conseguir por aquellos tiempos eran muy pesadas.
Durante el viaje cruzaron varias veces la Cordillera de los Andes, y fue en esos cruces donde mayores dificultades encontraron. Sobrepasaron los 5900 mts. s.n.m. (batiendo record de altura) en el paso El Cóndor, entre Potosi y Chaliapata (Bolivia) y soportaron temperaturas de 18° bajo cero.
Recorrieron 21500 Km distancia que separa a la ciudad de Buenos Aires de Nueva York y conquistaron el récord mundial de distancia.
El viaje se desarrolló en 504 etapas con un promedio de 46,2 Km por día.
Decía el Diario La Nación en su crónica: "En Huarmey el guía no pudo más, ni sus bestias. Los dos criollos Mancha y Gato se revolcaron, tomaron agua y después se volcaron al pasto con apetitos de leones. De Huarmey a Casma, 30 leguas, calores colosales ¡52 grados a la sombra! sin agua, ni forraje, arena, arena, arena. Los cascos se hundían permanentemente de 6 a 15 pulgadas en la arena candente".
En la editorial del 23 de septiembre de 1928 quedó patentado el logro: después de más de tres años y cinco meses, Aimé montado en Mancha, su fiel compañero (Gato tuvo que quedarse en la Ciudad de México al ser lastimado por la coz de una mula), logró la hazaña: al llegar a la Quinta Avenida de Nueva York llevaba en los cascos de su caballo criollo el polvo de veinte naciones atravesadas de punta a punta, en un trayecto más largo y rudo que el de ningún conquistador, y sobre su pecho, en moño blanco y celeste, bien ganados como una condecoración, los colores argentinos.
Más de tres años después de haber salido de Buenos Aires, Tschiffely arribó a la capital de Estados Unidos el 22 de Septiembre de 1928 ( 3 años, 4 meses y 6 días).
Al entrar en Nueva York por la Quinta Avenida -cuyo tráfico paró en su homenaje- la recorrió por entero hasta llegar al Palacio Municipal donde los recibió el Alcalde Mayor Walker, quien ante el Embajador Argentino, Dr. Manuel Malbrán y otros personajes le entregó la Medalla de Oro de la ciudad. .
Mancha y Gato volvieron a sus añoradas pampas (El 20 de diciembre de 1928 pisaron otra vez suelo porteño). Años después de culminada la travesía y de regreso en Argentina, Aimé se llega un día a la Estancia "El Cardal". Viene a visitar a sus amigos, a quienes hace mucho que no ve, y con quienes compartió tantos momentos de alegría y sinsabores.
Se baja en la entrada de la estancia, lanza un silbido y al momento se le acercan al trote Gato y Mancha. Iban al encuentro de su preciado compañero.
Aquellos heroicos caballitos criollos no lo habían olvidado.
Mancha y Gato murieron en 1947 y 1944, respectivamente. Fueron cuidados hasta su muerte por el paisano Juan Dindart, en la Estancia El Cardal. Hoy se encuentran embalsamados, en exposición en el Museo de Luján, Dr. Emilio Udaondo. Aime Tschiffely, en tanto, siguió viajando, por la Patagonia, por España y por Inglaterra, pero siempre volvió a la Argentina. Falleció en 1954, su último viaje lo realizó 44 años más tarde, cuando sus cenizas abandonaron el cementerio de Recoleta y fueron sepultadas en el campo que su amigo Solanet tenía en Ayacucho.
El viaje final
"El jinete de América descansa con sus amigos" Las cenizas de Aimé Tschiffely reposan con las de Gato y Mancha.

AYACUCHO (De una enviada especial).- La historia del jinete que al lomo de Gato y de Mancha recorrió la geografía americana entre abril de 1925 y septiembre de 1928 para unir Buenos Aires con Nueva York y demostrar la resistencia del caballo argentino no quedó atrapada en las páginas amarillentas de los libros y los diarios.
Aquel educador suizo que vivió su juventud en Inglaterra y conoció las costumbres por boca de Cunningham Graham, que trabó amistad con los hombres de a caballo cuando llegó a nuestro país y encaró el desafío de recorrer 20 naciones de América, volvió a reunirse con sus pingos a 70 años de su hazaña.
El Honorable Senado de la Nación Argentina y la Cámara de Diputados, designa el día 20 de septiembre de cada año como el "Día Nacional del Caballo".
20 DE SEPTIEMBRE "DIA NACIONAL DEL CABALLO"
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Jineteada gaucha

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Jineteada gaucha o argentina, un deporte tradicional de la Argentina, característico de la cultura gauchesca.
La jineteada gaucha y doma gaucha es un deporte ecuestre característico y tradicional de Argentina, Paraguay y Uruguay, que integra la cultura folklórica de estos países, en particular la cultura gauchesca. El deporte consiste en que el jinete debe sostenerse por entre 6 y 15 segundos sobre un potro (bagual). Se realiza en varias categorías: crina limpia o potro pelado, grupa sureña o cuero, bastos, con encimera, sin boleadoras, silla, etc., o combinaciones.
Existen dos estilos básicos de jineteada gaucha: la surera y la de los valles norteños. La primera suele realizarse montando sólo sobre un cuero y con el potro conducido por un freno en la boca, en tanto la segunda se utilza el apero completo y el potro es conducido por una guatana o semiguatana, una pieza de cuero circular colocada en la boca del caballo.
La vestimenta del jinete se encuentra reglamentada para mantener las tradiciones gauchas. Existen normas estrictas para las espuelas, riendas y el rebenque o guacha.