LITERATURA GAUCHESCA

Períodos, géneros y principales obras
de la literatura gauchesca.






La producción literaria gauchesca.


Las producción literaria gauchesca se compone de obras de diverso tipo. La siguiente es una reseña de lo que puede considerarse el grupo principal de los autores y las obras más clásicas de este género literario, sin que de ninguna manera sea completa.
Por otra parte, en tiempos más cercanos han surgido obras no solamente catalogables como literarias, sino incluso de música popular, que podrían considerarse expresiones de la cultura gauchesca - en cuanto de alguna manera evocan circunstancias de la vida campesina y utilizan lenguaje y componentes expresivos propios del estilo gauchesco - que resultaría poco menos que imposible listar aquí.
Domingo Caillava cuyo libro “Historia de la literatura gauchesca, 1810 - 1940” (publicado en Montevideo en 1943) cabe considerar el estudio más sistemático de esta corriente literaria - la clasifica en tres períodos cronológicos:
    • La edad de los payadores (1810 - 1880)
    • El lirismo criollo (1880 - 1910)
    • El lirismo nativista (1910 - 1940)
Alberto Zum Felde en su clásica obra “Proceso intelectual del Uruguay” diferencia la poesía gauchesca de la nativista, en estos términos “Entiéndese por poesía gauchesca aquella que se expresa en lenguaje y forma tradicional gauchescas; y por nativista, la de motivación criolla pero lenguaje y formas cultas, literarias, aunque se mezcle con vocablos o modismos caracterizantes...

Los precursores.
Como una obra muy antigua - data de 1773 - que describe las condiciones de vida y las costumbres del medio rural colonial, se cita siempre a Concolocorvo: “Lazarillo de ciegos caminantes desde Buenos Aires hasta Lima, con sus itinerarios según la más puntual observación, con algunas noticias útiles a los nuevos comerciantes que tratan en mulas; y otras Historias, sacado de las memorias que hizo don Alonso Carrió de la Vandera en este dilatado viage y comisión que tuvo por la Corte para el arreglo de Correos y Estafetas, situación y ajuste de Postas, desde Montevideo. Por ... natural del Cuzco que acompañó al referido Comisionado en dicho viage y escribió sus extractos; con licencia”.

Un rasgo peculiar de la literatura gauchesca, es su intensa vinculación con el Uruguay, por sus orígenes y sus principales creadores.
Generalmente se considera como el período precursor de la literatura gauchesca el comprendido entre 1787 y 1810; mencionándose como la obra que fue su primera expresión escrita y publicada, la “Relación exacta de lo que ha sucedido en la Expedición a Buenos Ayres que escribe un Sargento de la Comitiva en este año de 1778”, de autor anónimo.
Como obras que se sitúan en las fuentes de la literatura gauchesca, son asimismo mencionadas:
    • “Canta un guaso en estilo campestre los triunfos del Excelentísimo Señor don Pedro de Cevallos”, obra aparecida en 1777 que se atribuye al canónigo Juan Baltasar Maciel.
    • “La gloriosa defensa de Buenos Ayres”, de Pantaleón Rivarola.
También se reconoce como el primer autor de origen culto y urbano que cultivó el estilo y los temas gauchescos, a Bartolomé Hidalgo nacido en Montevideo el 24 de agosto de 1788 y fallecido en 1832; que usaba el seudónimo de “El gaucho Ramón Contreras”. Su obra está integrada por composiciones versificadas, generalmente de carácter épico - en que se tratan temas referentes a hechos bélicos vinculados a la actividad política de su tiempo - principalmente los “cielitos”:
    • Cielito Oriental, de agosto de 1816.
    • Un gaucho de la Guardia del Monte contesta al manifiesto de Fernando VII y saluda al Conde de Casa Flores con un cielito en su idioma; de agosto de 1820.
    • Cielito patriótico del gaucho Ramón Contreras compuesto en honor del Ejército Libertador del Alto Perú; de 1821.
    • Al triunfo de Lima y El Callao, Cielito patriótico que compuso el gaucho Ramón Contreras; de 1821.
    • Diálogo patriótico, interesante, entre Jacinto Chano, capataz de una estancia en las Islas del Tordillo, y el Gaucho de la Guardia del Monte; de enero de 1821.
    • Nuevo diálogo patriótico, entre Ramón Contreras, gaucho de la Guardia del Monte y el capataz de una estancia en las Islas del Tordillo; de 1821.
    • Relación que hace el gaucho Ramón Contreras a Jacinto Chano, de todo lo que vió en las fiestas mayas de Buenos Ayres en 1822; de 1822.
Existen asimismo otros “cielitos” contemporáneos de Hidalgo, algunos de los cuales se consideran de dudosa autoría suya, y otros que casi seguramente no le pertenecen, siendo de autores anónimos:
    • Cielito contra los españoles, de 1812.
    • Cielitos que con acompañamiento de guitarra cantaban los patriotas frente a las murallas Montevideo, de 1813.
    • Cielito a la aparición de la escuadra Brown en el puerto de Montevideo, de abril de 1814.
    • Cielito patriótico que compuso un gaucho para cantar la acción de Maipú de abril o mayo de 1818.
    • Al triunfo de Lima y El Callao, Cielito patriótico que compuso el gaucho Ramón Contreras; de 1821.

Hilario Ascasubi argentino de nacimiento (1807) se incorporó en 1827 como oficial del Ejército Republicano argentino-oriental durante la guerra contra el Imperio brasileño transcurrida entre 1826 y 1828. En 1830 emigró definitivamente a Montevideo, perseguido por el gobernante argentino Juan Manuel de Rosas por ser un destacado “unitario”donde fundó dos diarios gauchescos dirigidos a criticar politicamente a Rosas. Casado en 1832 con la montevideana Laureana Villagrán, integró los resistentes de Montevideo en el Sitio Grande efectuado por las fuerzas al mando de Oribe, entre 1843 y 1851. Viajó a Buenos Aires, donde el 3 de febrero de 1852 cumplió funciones como Ayudante de Campo del Gral. Justo José de Urquiza en la batalla de Monte Caseros, cerca de Buenos Aires, en que resultara derrotado Juan Manuel de Rosas.
La obra de Ascasubi - fundamentalmente dedicada a describir episodios de la lucha entre lo que llamaba la “barbarie” federal (rosista) y la “civilización” unitaria - se contiene en tres tomos que fueron publicados en París en 1872, titulados “Santos Vega, o los Mellizos de la Flor”, “Aniceto el gallo” y “Paulino Lucero” en que describe las fiestas cívicas de Montevideo en 1833 y 1843.
En el período transcurrido entre 1839 y 1843, Ascasubi publicaba sus obras versificadas en lenguaje gauchesco, en hojas sueltas que circulaban entre la población y los soldados; con lo cual eran cantadas, especialmente por los payadores en las pulperías, de tal modo que llegaron a conocerse en todos los lugares del territorio. Para ello utilizó numerosos seudónimos, como Jacinto Amores, Simón Peñalba, Norberto Flores, Ramón Guevara, Pancho el Zurdo, Santos Contreras, Rudecindo el Carancho, Anacleto Riventosa, el Lunarejo, etc.
Entre las obras así publicadas, se mencionan:
    • “Relación que Jacinto Amores, gaucho oriental, hace a su paisano Simón Peñalba, en la costa del Queguay, una completa rilación de las fiestas cívicas que para celebrar el aniversario de la jura de la Constitución Oriental se hicieron en Montevideo, en el mes de julio de 1833”.
    • Un “diálogo” que se le atribuye - o por lo menos imita su estilo - inserto en un volumen llamado “Cantos a Mayo” publicado en 1844, titulado “Recuerdos gauchi-patrióticos tenidos por los paisanos Ramón Contreras y Fernando Chano en las trincheras de Montevideo”.
    • Un folleto titulado “Trovas de Donoso Jurao por H.A.” aparecido en 1848, escrito en décimas y dedicado a Juan Manuel de Rosas, a quien ridiculiza.

Otro autor uruguayo de obras versificadas con vocabulario gauchesco, fue Manuel Araucho de quien que se conocen las obras:
    • “Un paso en el Pindo”, tomo de poesías publicado en 1835.
    • “Carta de un gaucho a un proyectista del Banco de Buenos Aires” que abunda en refranes y comparaciones gauchescas (las conocidas “comparancias” de tono jocoso).
    • “Trejo y Lucero” en forma de diálogo.
La loca del Bequeló.
Publicado en fecha imprecisa, alrededor de 1860, el poema titulado “La loca del Bequeló”, de que fue autor el periodista Ramón de Santiago a pesar de estar escrita en lenguaje culto sin utilizar las expresiones gauchescas, se constituyó en una obra extraordinariamente conocida y cantada practicamente por todas las personas de los ambientes rurales o ciudadanos; de la cual existen versiones grabadas que todavía se emiten en algunas emisoras de radio especializadas en música popular rioplatense. Contiene una exposición de las consecuencias negativas de las guerras civiles.
Una de las obras más exitosas de la poesía gauchesca la constituyó el “Fausto”, escrita por el argentino Estanislao Del Campo, aparecida en 1886; en la cual se describe una representación de la ópera de igual nombre, obra del francés Gounod, contada por un gaucho que fuera su espectador.

El Dr. Antonio D. Lussich es sin duda una de las figuras mayores de la literatura gauchesca, que marca posiblemente un punto de inflexión hacia su consagración como forma literaria, y asienta sus raíces uruguayas.
Además de su valiosa obra literaria, el Dr. Lussich se destacó en otras actividades, especialmente por su interés por la botánica, que lo llevó a crear el extraordinario arboreto existente en las cercanías de Punta del Este, que lleva el nombre de “Parque Lussich”.
La obra de Lussich está conformada por un volumen publicado en Buenos Aires el 14 de junio de 1872, titulado “Los tres gauchos orientales y el matrero Luciano Santos”; que en realidad contiene los dos poemas precisamente titulados “Los tres gauchos orientales” y “El matrero Luciano Santos”, además de un diálogo titulado “Cantalicio Quirós y Miterio Castro en el Club Uruguay”.
Los personajes de “Los tres gauchos orientales” son los paisanos José Centurión y Julián Giménez, quienes discuten en torno a la Guerra Grande y sus consecuencias; en tanto al final, el paisano Luciano Santos hace una payada en que ilustra la vida nómade del criollo, y hace notar la necesidad de que el gaucho reciba instrucción.
En “El matrero Luciano Santos” participan los mismos José Centurión y Julián Giménez, junto a Mauricio Baliente y el rubio Pichinango, que discurren sobre política y amoríos.
“Cantalicio Quirós y Miterio Castro en el Club Uruguay” es una muy graciosa relación, con excelente uso del lenguaje gauchesco, en que con motivo de la visita de Castro al club de la alta sociedad montevidena, se realiza una chispeante caricatura.

El argentino José Hernández fue autor de “El gaucho Martín Fierro”, aparecido en diciembre de 1872, y de “La vuelta de Martín Fierro” aparecida en 1879; sin duda reconocida como la obra más representativa de la literatura y la poesía gauchesca.
Sin ninguna duda, y tal como lo indicara el propio Jorge Luis Borges, el poema de Lussich es el antecesor claro del Martín Fierro; aparecido solamente seis meses después.
Lussich fue presentado a Hernández en una reunión social, a principios de 1872, por su hermano Rafael Hernández, cuando aquel acababa de retornar a Buenos aires luego de haber residido aproximadamente dos años en Sant'Ana do Livramento, en la frontera de Uruguay y Rio Grande del Sur, Brasil donde se había refugiado por razones políticas. Habiendo conversado de su obra en estilo gauchesco, Lussich envió su poema a José Hernández con una carta fechada el 14 de junio de 1872; que Hernández respondiera muy elogiosamente pocos días después.
En diciembre de 1872 fecha Hernández la carta que dirigiera al editor de su Martín Fierro escrito con gran rapidez, obra cuya elaboración, dice, “me ha ayudado algunos momentos a alejar el fastidio de la vida del Hotel”.

Los payadores constituyeron una expresión totalmente peculiar de la cultura literaria y musical gauchesca.
La payada tradicional - de lo cual hay abundantes ejemplos en las obras gauchescas - asumía siempre la forma de un enfrentamiento, en el cual los cantores dialogaban improvisando versos que cantaban acompañándose con la guitarra que ellos mismos tocaban; generalmente lanzándose retos ingeniosos y cuyas preguntas y respuestas provocaban la risa de los espectadores. No pocas veces, el efecto cómico de las payadas resultaba de las grandes exageraciones, por la deformación deliberada de las palabras a fines de forzar la rima, y por el lenguaje “florido” que empleaban en sus improvisaciones.
Si bien han perdurado más que nada por el recuerdo y la tradición los nombres de célebres payadores, como Betinotti, entre 1885 y 1896 fueron publicadas varias obras del payador Juan de Nava, entre ellas “El cantor oriental - Colección de canciones del payador Juan de Nava”. En el mismo año de 1885 apareció de Gabino Ezeiza “El cantor argentino”.
En 1886 apareció un folleto de Juan de Nava, bajo el nombre de “Nuevas inspiraciones del payador oriental - Relaciones para pericón. El domador de las estancias. El despertar de la Patria. Glorias argentinas”; colección de versos similares a los anteriores.

En 1891 Luis Piñeiro del Campo dió a conocer un poema de tema campestre y heroico, titulado “El último gaucho”; escrito en castellano culto en el cual se procura retratar el arquetipo del gaucho, calificado por Carlos Roxlo como “eglógico, virgiliano, sencillo, dulce, honesto, civilizador”, y que pretende ser una especie de lamento por la desaparición de la figura del gaucho.

Caillava designa como el lirismo criollo el tipo de poesía de nivel culto, que sin el emplear el estilo y el léxico característicamente gauchesco, expresa una actitud fuertemente emocional hacia todo lo que posea rasgos del tradicionalismo criollo, empleando como temas de inspiración poética elementos relativos al campo, sus gentes y sus modos de vida.
Uno de los principales exponentes del lirismo criollo fue Alcides De María que, bajo el seudónimo de Calixto el Ñato publicó en 1876, conjuntamente con Aniceto Gallárreta un pequeño libro titulado “Preludio de dos guitarras”. Publicaba habitualmente su producción en diarios o revistas, en forma de décimas. En 1909 fue impreso un folleto llamado “Versos criollos” en que fueron recopiladas varias de esas obras.
El exponente máximo del lirismo criollo es considerado Elías Regules, que en 1884 publicó la primera edición de poemas, cantares y versos para pericón bajo el nombre de “Versitos criollos”, del cual se hicieron luego otras numerosas ediciones. Especialmente apreciado, es su poema “La tapera”, en el cual describe el clásico rancho campero de paja y terrón ya derruído.
Elías Regules publicó en 1904 un folleto llamado “Pasto de cuchilla” conteniendo una colección de cuentos. En 1908 fue publicada una nueva colección de composiciones versificadas de Regules ya antes publicadas en revistas, reunidas con el nombre de “Renglones sobre postales”.
En 1902 Carlos Roxlo publicó su libro “Cantos de la tierra”, entre los cuales se destacan “La Yerra” y “La vencedura”. Se señala como un rasgo de la obra de Roxlo, su inclinación a referirse a la flora y la fauna más que a los habitantes del campo.
Roxlo también publicó en 1916 un poema nativo, en cuatro partes y un epílogo, titulado “Juan Robles”.

La obra que - conjuntamente con el Martín Fierro - es generalmente considerada un paradigma de la poesía gauchesca, fue escrita por un español de origen, afincado en el Uruguay. Bajo el seudónimo de El viejo Pancho, don José Alonso y Trelles publicó en 1916, por primera vez, su libro “Paja Brava”.
Alberto Zum Felde analiza la obra del Viejo Pancho indicando que estuvo afincado en Canelones, “la región más agrícola y por tanto menos gauchesca”; y que su vida personal estuvo totalmente ajena a las aventuras y desventuras sentimentales que trata en sus versos. Sin embargo, lo que caracteriza la obra del Viejo Pancho, es su temática lírica, subjetiva e intimistamente emotiva; en tanto que las anteriores obras de tono gauchesco tuvieron una temática épica y descriptiva. Por lo tanto - concluye - “los versos del Viejo Pancho no expresan sino indirectamente el alma del paisano; directamente, sólo expresan la suya propia. Acaso por eso - y por esa esencia de univeralidad humana que hay en lo más puramente lírico - su poesía es sentida emotivamente por toda clase de individuos”.
“Paja Brava” al contrario del “Martín Fierro”, no conforma un extenso relato; son poemas cortos, que relatan episodios puntuales; y que por estar conformados en una métrica bastante libre no se prestan tanto para ser cantados. Tal vez por ese motivo, sus versos han sido frecuentados por los recitadores criollos que incluso actualmente los declaman, y tomados como modelos por otros autores de poemas escritos esencialmente para recitar. Sin embargo, algunos poemas de este libro han sido musicalizados, siendo tal vez los más célebres los que cantara Carlos Gardel: “Insomnio” y “Hopa, hopa, hopa”.

    • Fernán Silva Valdés - “Agua del tiempo” (1921); “Poemas nativos” (1925); “Intemperie”; “Romances chúcaros” (1933); “Leyenda” - en prosa - (1936); “Romancero del sur” (1938). (Ver nota ampliatoria en la Escuela Digital).
    • Pedro Leandro Ipuche - “Alas nuevas” (1922); “Tierra honda” (1924); “Júbilo y miedo”; “Rumbo desnudo”; “Isla patrulla” - en prosa - (1935).
    • Romildo Risso - “Ñandubay” (1931), quien también es autor de letras de canciones populares. En 1934 publicó “Aromo”; y en 1937 un tomo con poesía y prosa llamado “Hombres”.
    • Serafín J. García - sin duda el más exitoso autor de poesía gauchesca recitable, publicó en 1935 “Tacuruses”; y “Tierra amarga” en 1938.

Los periódicos gauchescos
También deben mencionarse como expresiones originales de la literatura y la cultura gauchesca en el Uruguay, algunas publicaciones periódicas, o diarios, que presentaban un material de contenido gauchesco y empleaban el lenguaje gauchesco:
    • “El arriero argentino” - Montevideo, iniciado en 1830. “Escrito por un gaucho cordobés”. Fundado por Hilario Ascasubi, al parecer solamente se publicó un número.
    • “El domador” - Montevideo, 1832. Escrito por Bernardo P. Berro, Juan F. Giró Francisco I. Muñoz y Miguel Barreiro, salieron solamente dos números.
    • “El gaucho en campaña” - Montevideo, 1839. Fundado y escrito también por Hilario Ascasubi se dedicó a criticar al gobernante de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas.
    • “El gaucho Jacinto Cielo” - Montevideo, 1843. Otra publicación editada por Ascasubi toda en verso.
    • “El guerrillero”. Llamado “Periódico de línea” era redactado por José Mármol y Fernando Quijano, ridiculizaba a Rosas en tono humorístico, pero solamente se conoce un número, del 8 de marzo de 1843.
    • “El mangangá”. “Periódico de zumba y risa y buen humor” del que se publicaron 24 números entre el 11 de marzo y el 26 de agosto de 1855.
    • “Juan Moreira” Aparecido en 1891, y calificado como “Semanario político” se publicaron cuatro números a partir del 8 de agosto de ese año.
    • “El ombú”, fundado por el anterior editor de “El fogón” Orosmán Moratorio, cuando éste dejó de aparecer; pero que solamente vivió entre el 1º de enero y el 29 de noviembre de 1896.
    • “El criollo”, apareció en la ciudad de Minas el 23 de enero de 1898, y publicó nada menos que 479 números, hasta el 29 de julio de 1906.
    • “El cimarrón”, “periódico de chacota”empezó a publicarse el 25 de mayo de 1905, alcanzando a publicarse 4 números, en un año exacto.
    • “La estancia”, fue publicada por Félix Sáenz luego de cerrarse la tercera época de “El fogón”, a partir de diciembre de 1913 hasta mediados de 1914.
    • “El terruño”, cuya publicación se iniciara en julio 1917 ha sido una revista literaria que, insertando en sus ejemplares obras en prosa o en verso generalmente en lenguaje gauchesco, ha perdurado por varias décadas.
Un mención aparte merece “El fogón”, semanario cuyo primer número apareció en setiembre de 1895, hasta mediados de 1896. Dirigido por Alcides de María y Orosmán Moratorio, publicaba principalmente cuentos y composiciones en verso en el estilo de los payadores. Este periódico tuvo una segunda época, a partir de noviembre de 1898, hasta diciembre de 1900, en la cual fue publicado regularmente. Dirigido por Alcides De María, tuvo en esta etapa un importante grupo de destacados colaboradores, entre los que cabe mencionar a Elías Regules, Martiniano Leguizamón, Antonio D. Lussich, Alfredo Castellanos, José Alonso y Trelles, Juan Escayola, etc. Encontró una excelente respuesta en el público, contándose entre su contenido una importante serie de obras versificadas y cuentos gauchescos. En 1911 reapareció este periódico, ahora dirigido por Félix Sáenz, hasta 1913.
Sin lugar a dudas, la publicación literaria más importante de la literatura uruguaya ha sido “La Revista Nacional”, que se publicó en 1895 y 1896, bajo la dirección de Daniel Martínez Vigil, Víctor Pérez Petit, Carlos Martínez Vigil y José Enrique Rodó. En ella se incluyeron varias obras literarias de carácter gauchesco, entre las que se destacan “Chirimoya”, de Víctor Arreguine, “Horas Amargas”, décimas de José Antonio Mora y “La luz mala”, obra en prosa del mismo autor; “Parando rodeo”, de Pérez Petit y “Bajo el ceibo”, obra juvenil del eminente jurista José Irureta Goyena.

La prosa gauchesca - Novelas y cuentos


Aunque la literatura gauchesca tuvo su indudable origen bajo formas versificadas, y en la forma poética están sus obras más estudiadas, existe también una importante rama de esta literatura nacionalista rioplatense (y asimismo brasileña, especialmente riograndense), en prosa.
Alejandro Magariños Cervantes publicó en Madrid, en 1848, la que cabe considerar la primer novela uruguaya de tono gauchesco, titulada “Caramurú”; palabra del guaraní que significa “cosa larga” y se aplica a la anguila - cuyo personaje principal es un mestizo de indio y española que viste chiripá y casaquilla y de personalidad contradictoria.
Magariños Cervantes publicó en 1852 el poema “Celiar”, subtitulado “Una leyenda americana”, clara imitación de la obra del argentino Echevarría “La cautiva”, de muy poca autenticidad gauchesca.
La producción de obras gauchescas en prosa, en forma de cuentos cortos, parece iniciarse en el Uruguay con la obra de Benjamín Fernández y Medina, quien en 1892 publicó un volumen titulado “Charamuscas”; en el cual se incluyen diversas narraciones, algunas de ambiente criollo y otras no, tales como “Quitanderas”, “Una cachirla” y “Un bautizo en el campo”. Se trata de una obra que es criticada por no presentar debidamente los caracteres de los personajes criollos. El mismo autor publicó en 1893 la colección “Cuentos del pago”.
En 1895 se publicó una recopilación de cuentos gauchescos de diversos autores, realizada por Benjamín Fernández y Medina con el título de “Uruguay”; entre los que figuran obras de Eduardo Acevedo Díaz, Daniel Muñoz, Teófilo E. Díaz, Carlos Reyles, Eduardo Ferreira, Domingo Arena, Juan Giribaldi Heguy, Víctor Pérez Petit, Gonzalo Ramírez y el propio Fernández Medina.

Sin lugar a dudas, la contribución de mayor envergadura a la literatura gauchesca en prosa, la constituyen las novelas de Eduardo Acevedo Díaz cuyas tres novelas publicadas en 1894 conforman una verdadera trilogía de las luchas por la independencia nacional; y que habían sido publicadas previamente bajo forma de folletín, la primera en 1880 en el diario “Tribuna de Buenos Aires” y las otras dos entre 1889 y 1890.
Una de las características más valorables de las novelas de Acevedo Díaz, es su extraordinaria dedicación y cuidado para la descripción, especialmente de paisajes y lugares; que hacen pertinente su lectura detenida y atenta, para poder disfrutar plenamente de ellas. Una de las páginas más extraordinarias, es su descripción previa a la batalla de Las Piedras, en la cual la presencia de las tropas artiguistas es ocultada por las brumas de la mañana; en forma que recuerda de modo muy cercano una escena similar, previa al combate, del “Macbeth” de Shakespeare en que las tropas de uno de los ejércitos han cortado ramas de árboles y se disimulan entre la bruma, como un bosque que - de pronto - se pone en movimiento.
De Acevedo Díaz expresa Caillava que “poseía un estilo brillante; bruñía las cláusulas con respandores mágicos, cuyos diversos matices, por momentos, deslumbran y sobrecogen el ánimo del lector, particularmente en las escenas de un crudo y veraz realismo, ora cuando nos pinta las cargas a lanza, los entreveros en los combates, o ya cuando nos habla de las correrías del matrero por las intrincadas selvas de nuestro país”.
“Ismael” transcurre en 1811, durante la insurreción artiguista, entre cuyas tropas el protagonista es un oscuro montonero representativo del gaucho oriental. Según expresa Alberto Zum Felde, en esta obra el autor logra por primera vez plasmar literariamente el ambiente y los caracteres humanos propios de esta región de América, en la plena “integridad de concepción y de sus elementos, y en el doble aspecto geogrífico y social de que se compone”.
Víctor Pérez Petit considera al “Ismael” la mejor de las obras de la trilogía, dotada de “la grandeza y sublimidad de los poemas primitivos.. (que) ... además presenta la ciclópea figura de Artigas”. Por su parte, Alberto Lasplaces - quien ha sido uno de los más dedicados estudiosos de la obra de Acevedo Díaz - expone que el Ismael que arrastra su melancolía y su bravura a través de los fogones de la gran patriada, es esencialmente una creación literaria; lo cual le resulta explicable porque “Acevedo Díaz no quiso ofrecernos en él, un personaje sino un tipo; no un hombre sino una condensación. Ismael es el criollo puro, hijo del azar y de la libertad, que no aguanta sumisiones ni disciplinas y cuyo más gran placer es recorrer al trote lento de su pingo las cuchillas del país.
El mismo Lasplaces anota que en la obra de Acevedo Díaz la componente literaria, creativa e imaginada, supera ampliamente a la componente histórica; de modo que “Los personajes de su creación son mucho más interesantes y vivientes que los personajes reales que asoman aquí y allá para dar un poco de epopeya al conjunto”.
“Nativa” ocurre 1824, bajo la dominación imperial brasileña en el Uruguay. Considerada inferior al nivel de “Ismael”, dice de ella el mencionado Pérez Petit que “Es una historia de amor vulgar, sin mayores enredos y complicaciones, pero bien observada y mejor sentida.
“Grito de gloria” se desarrolla durante la cruzada libertadora iniciada por los Treinta y Tres, entre 1825 y 1828. Zum Felde expresa de ella que “La descripción de los campos, después de las arreadas de los ganados para el Brasil, efectuada en vasta escala por los dominadores, la emigración del paisanaje al otro lado del Uruguay, la desolación de las estancias y los pueblos, convertidos en taperas, todo campo de muerte, es una pintura de vigor magistral, uno de los mejores cuadros de la literatura americana.
Otra obra muy destacada de Acevedo Díaz es “Soledad”. Más que una novela es un cuento largo que según Pérez Petit “como la llama de su autor, define la existencia semibárbara de un gaucho trova y de la que él buscó para compañera, existencias que se deslizan entre elementos bravíos, agrestes, que despiertan pasiones violentas, poniéndolas frente a frente con la rudeza y la fuerza bruta del medio que les rodea. La obra termina con una notable descripción del incendio de un campo, que no ha sido ni será fácilmente superada por ningún escritor que se proponga trazar artísticamente un cuadro semejante”.
En 1914 Acevedo Díaz publicó “Lanza y sable”, que conjuntamente con su obra inicial “Brenda” - publicada hacia 1890 en forma de folletín en el diario “La Nación” de Buenos Aires - es considerada de menores valores que las antes referidas.

Javier de Viana reunió varios cuentos en un tomo aparecido en 1896 bajo el nombre de “Campo”.
En 1899 fue publicada su novela “Gaucha”; en realidad un cuento largo. Su obra más conocida es la novela “Gurí”, que data de 1901. En 1911 publicó un volumen de cuentos denominado “Leña seca”, de los cuales se destacan “Facundo imperial”, “La tapera del cuervo” y “Entre púrpuras”; y en el siguiente 1912 otro volumen de cuentos titulado “Yuyos”. Luego, en 1919, apareció “Sobre el recado”; en 1920 tres tomos recopilando sus cuentos: “De la misma lonja”, “Ranchos” y “Paisanas”; en 1921 “Del campo y de la ciudad”, grupo de cuentos breves; en 1922 otra selección de cuentos cortos y escenas, recopilada de publicaciones en revistas bajo el título de “Potros, toros y aperiases”; en 1925 “La biblia gaucha” y “Tardes del fogón”; en 1931 “Abrojos”; en 1934 “Pago de deuda”.
La crítica literaria reconoce en la obra de De Viana la realización de un buen retrato de la vida rural - especialmente las costumbres, el lenguaje y su apariencia - y una excelente capacidad para describir los cuadros de la vida gauchesca, en particular las tareas con el ganado. Sus relatos se apartan de la más generalizada idealización del gaucho, presentando lo que Zum Felde ha calificado como “barbarie”, pero “No es la barbarie primitiva, sana, pujante y heroica, que aparece en «Ismael»; es una barbarie triste y completa de denegeración. El paisano de las narraciones de Viana es un ser abúlico y apático, que nada cree, nada piensa, nada sabe, nada quiere, nada espera. Un fatalismo pasivo, un cínico servilismo pudren la raza criolla.
El mismo Zum Felde destaca en la obra de De Viana la fiel representación del lenguaje gauchesco: “Viana es un escritor puramente colorista, y su pincel tiene la crudeza y aun la brutalidad del más neto verismo. Fiel a este colorido verista, el lenguaje gauchesco en que hablan siempre sus personajes, está reproducido en sus más exactos detalles, con todos los modismos especiales de sintaxis y de pronunciación que hacen de él una verdadera forma dialectal.

De 1896 es la publicación de la novela de Carlos Reyles “Primitivo”. Es una novela corta, con un buen estudio psicológico del personaje principal y cuidadosamente escrita.
Carlos Reyles publicó en 1916 su novela “El terruño”, en la que uno de los principales personajes, don Pantaleón, es un viejo caudillo de las revoluciones orientales. “El gaucho florido”, es una sucesión de cuentos con estructura total novelística, de 1932, escrita en estilo dialogal.

De la literatura de ambiente gauchesco en prosa, posterior a los autores reseñados, es de mencionar como la más destacada:
    • Justino Zavala Muniz - “Crónica de Muniz” (1921); “Crónica de un crimen” (1926).
    • Montiel Ballesteros - “Alma nuestra” (1922) libro de cuentos; “Fábulas americanas” (1923); “La raza” (1925); “Luz mala”, 5 novelas publicadas en 1927; “Castigo'e Dios” (1930); “Queguay”, (1934).
    • Yamandú Rodríguez - “Bichitos de luz” (1925), selección de cuentos.
    • Enrique Amorim - publicó en 1925 la novela “Tangarupá”; y los cuentos “El pájaro negro” y “Los explotadores de pantanos”; “La trampa del pajonal”, de 1928; “La carreta”, de 1931; “El paisano Aguilar”, de 1934.
    • Serafín J. García, además de sus exitosos poemas publicó en prosa “En carne viva”, en 1937; y una selección de cuentos “Burbujas”, en 1940.
    • Juan José Morosoli, produjo en 1934 un volumen de cuentos titulado “Los albañiles de los Tapes”.

El teatro gauchesco.

El recurso a la presentación de temas propios de la vida del gaucho, empleando su lenguaje, fue aplicado igualmente a la forma teatral.
Cuenta Zum Felde, que el drama criollo nació en el circo propiedad de los Hnos. Podestá uno de los cuales, Pepe, era conocido con su nombre circense de “Pepino el 88”. Los Podestá incorporaron a los números de caballos del circo, en 1884, representaciones escénicas, la primera de ellas una adaptación de una reciente novela titulada “Juan Moreira”, cuyo protagonista es un gaucho temerario, rebelde a la ley, mujeriego, peleador y fanfarrón, que desafía y burla a la Policía que lo persigue, hasta que es traicionado y cae.
El éxito alcanzado con esa presentación llevó a que fuera prontamente seguida por “Juan cuello” y “Pastor Luna”, de similar concepción; y a que se agregaran las payadas, el pericón y simulaciones de duelos criollos a facón.
Pertenece a Orosmán Moratorio el drama gauchesco “Juan Soldao”, en que la representación ya tiene una forma escénica más teatral; donde aparece el que será el personaje clásico del gaucho de temperamento libre y noble, leal y generoso, que se “disgracia” por circunstancias bastante fortuitas y pasa a ser un perseguido de la autoridad civil y policial presentada siempre como arbitraria y despótica; de los que el más célebre es Martín Fierro.
En 1892 se estrena en Buenos Aires el drama “El entenao”, de que es autor el uruguayo Elías Regules. Del mismo Regules, se estrena en Paysandú en 1894, “Los gauchitos”; presentada por el ya convertido en circo-teatro de la Compañía Podestá-Scotti.
Esa misma Compañía teatral estrenó en 1894 otro darma gauchesco de Orosmán Moratorio, “La flor de pago” y asimismo “Pollera y Chiripá”, del mismo autor.
El teatro de ambiente criollo evolucionó rapidamente hacia un tipo de obra a la vez teatral y musical, en cuyo transcurso se insertaban payadas y pericones, y los infaltables duelos criollos. “Cobarde”, de Víctor Pérez Petit, estrenada el 3 de noviembre de 1894, tuvo enorme éxito; ya en abril de 1894 se había presentado un “Fausto criollo” escrito por Benjamín Fernández y Medina con componentes musicales de Antonio Podestá, que incluyera la primera vez que el “cielito” fue bailado en un escenario.

Sin lugar a dudas, es “M'hijo el dotor”, de que es autor el uruguayo Florencio Sánchez la primera obra verdaderamente teatral donde se conjuntan no solamente los estilos del habla gauchesca sino también los temas dramáticos del medio rioplatense de los fines del siglo XIX y principios del XX. Es una obra en que existen momentos de gran intensidad dramática, expresiones de ternura y de pasión, e incluso momentos de violencia; y en la que lo trágico es alternado con lo cómico.
Florencio Sánchez permanece, a la vez, como casi el único autor de teatro de esas características, produciendo en su corta carrera - dentro de este género - “La gringa”, estrenada el 21 de noviembre de 1904, considerada una extraordinaria pintura de ambientes en que se contrastan la tendencia a la rutina con el impulso del progreso; y “Barranca abajo”, estrenada el 26 de abril de 1905, considerada una de sus obras maestras.

Dentro de la limitada obra literaria ulterior, para teatro de ambiente o temática gauchesca o criolla, cabe mencionar: